
El viernes por la noche fui al cine a ver “La vida de los otros”, una película de Florian Henckel Von Donnersmarck, que transcurre en 1984, cinco años de la caída del muro de Berlín, y que narra la vigilancia, el espionaje y el control de
Es una historia humanista que tiene lugar en medio de los métodos inhumanos de
Es una gran película, de las que quedan en la retina para siempre, con un excelente guión y una mejor actuación, un suspenso lento; el sopor y la falta de aire se transmite desde la pantalla al asiento del espectador.
Al salir del cine, uno se siente con suerte. No es para menos. La propaganda del PRO de Mauricio Macri, que abrió las colas con su hit de campaña “Estaría buenísimo”, y la realidad política argentina, parecen un juego de niños.
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